El Gobierno se propuso quebrar el frente sindical universitario y debilitar la marcha del próximo 2 de octubre. Intentó que la imagen del 23 de abril pasado no se repita. Pero tropezó con la unidad gremial y observará cómo distintas organizaciones coparán las calles del centro porteño para pedir que Javier Milei no vete la ley de financiamiento de las universidades.

En Balcarce 50 tuvo impacto la foto que se generó en abril, con miles de personas ocupando el centro porteño en reclamo de fondos para las casas de estudio. Fue la señal de rechazo al ajuste libertario de mayor contundencia desde el arribo de Milei a la Casa Rosada, que obligó a la administración de La Libertad Avanza a dar marcha atrás en los recortes que ejecutó y negoció aumentos de dinero para los gastos de funcionamiento con los rectores.

Con la intención de que no se repita esa imagen, y ante el pedido de recomposición de remuneraciones que desde hace semanas sostienen los sindicatos que nuclean a los trabajadores docentes y no docentes universitarios, el oficialismo se dedicó a entablar conversaciones con aquellos dirigentes gremiales más propensos al diálogo. Y encontró eco.

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Con Alejandro Ciro Álvarez a la cabeza, el subsecretario de Políticas Universitarias de la secretaría de Educación, el funcionario que mejor entiende el funcionamiento del sistema, propuso otorgar un aumento salarial del 5% para los trabajadores a partir de octubre y luego habilitar incrementos mensuales en línea con la cifra del IPC. La propuesta cayó bien en el sector dialoguista.

Incluso, dirigentes sindicales le reconocieron a PERFIL que con el acuerdo paritario sellado se podrían habilitar otras discusiones que pretende dar el oficialismo, como el avance de la fusión de universidades con pocos alumnos. Hasta el jueves por la tarde, existía confianza en las filas libertarias en concretar un pacto que termine “aislando a la izquierda” sindical, el principal objetivo.

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Paralelamente, Carlos Torrendell, el secretario de Educación, trabó contacto con la CGT para saber qué postura existía en la central y sondear la posibilidad de que no se sume a la marcha del miércoles. La jugada del funcionario no tuvo éxito: si bien lo escucharon, el movimiento obrero anunció, con Pablo Moyano y Carlos Acuña, dos de los integrantes del triunvirato, que iba a estar presente con los universitarios. Según supo este medio, ese día, la central dejará de lado divergencias de carácter interno en relación a qué postura adoptar ante el Gobierno y se mostrará sin fisuras en la movilización.

Un dato clave para entender el panorama en la negociación: el Gobierno tropezó con la unidad sindical que se gestó entre la Conadu, que forma parte de la CTA de Hugo Yasky, y la Conadu Histórica, que responde a la CTA de Hugo Godoy. Esa unidad sindical fue clave para que la estrategia del oficialismo naufrague y siga en pie el conflicto. De hecho, en ambos frentes sindicales dicen abiertamente que si el Gobierno quiere desactivar la protesta, algo que a esta altura ven casi imposible, deberá ofrecer un 5% de aumento de haberes para octubre y un 40% de alza salarial hasta fin de año. En Conadu pidieron una propuesta “urgente”.


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Por fmluzucom

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