Por: Enrique Franco Zaremba
Las páginas escritas de muchas naciones, omiten causas y distorsionan consecuencias, utilizando la inventiva novelesca por aplicación del anacronismo. Así la Historia oficial deja de narrar el sentir de tristeza y amor del pueblo en busca de su trascendencia.
El paso de las generaciones borrará de esa forma los principios nobles e impondrá «el progreso», imprimiendo una ideología que subvierte el IDEAL DEL PUEBLO ORIGINAL.
Las ideologías distraen con la dialéctica los temas en cuestión, aplicando una desviación de la discusión sobre el punto de debate.
Normalmente cuando se necesita afrontar un tema que afecta a la sociedad, los encargados de representar al pueblo derivan sus dichos a pronunciamientos ideológicos sobre otros hechos, casi siempre sobre años anteriores a su nacimiento o sobre falencias e inmoralidades de conocimiento público cometidos por su oponente.
De esta forma nadie da conocimiento cierto en sus actos de Gobierno o no saldrá nunca una ley necesaria para el momento actual.
En definitiva, no hay lógica moral, se omite la norma por la mala costumbre y nunca se obtendrá la solución sobre el tema tratado.
Las consecuencias al romper con estas normas primarias del pueblo , son el medio que garantiza el triunfo del opositor al bien común.
Así llegamos a tener funcionarios políticos poseedores de un buen pasar con privilegios y una ciudadanía alejada de recibir lo básico en una sociedad dinámica ( FALTA: seguridad pública; sanitarismo; educación con planes formativos y focalizados como UNIDAD SOCIAL; y EL ESTADO DE DERECHO).
Lo marginal es así de un día para otro de aplicación y sin regulación ( llámese contrabando , tráfico y consumo de estupefacientes, venta paralela de divisas, venta de productos evadiendo impuestos y políticos bochornosos, etc etc etc).
Esos mismos marginales cotidianos cuando ven afectados sus privilegios o bienes son los primeros en esgrimir las normas que pisotearon.
Ahí si saldrán defensores para un derecho a ese particular y omitido para el bienestar general.
El amor y el buen orgullo es para quien se encuentra soldado a esta tierra, sabe que tiene un orígen:
La bendición al ser católico y la inmensa gracia de pertenecer a esta Patria.
Los ciudadanos están asqueados de las payasadas en los mismos políticos desde el año 1983 y sus pichones.
Discusiones que solo se centran en ellos y nunca sobre las normativas necesarias para el Pueblo y la organización de una Patria arrasada a diario, donde la sangre del pueblo es pérdida ante la criminalidad o la busca de otros horizontes fuera de los confines territoriales.
La distorsión de la buena Caballerosidad nos deja la bufoneria parlamentaria.
Las decadencias se trasladan en la actualidad derrumbando sociedades; el ciudadano que ha dejado su tierra eligiendo otra Nación por considerarla adecuada para su desarrollo personal y familiar no tiene el derecho a imponer sus vicios y malas costumbres propias de la sociedad que abandonó por deficientes ante sus expectativas
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