Cerca de entrar en el último cuatrimestre del año y con una actividad que no termina de asomar la cabeza afuera del pozo de la recesión, hay varias preguntas en el plano macroeconómico que inquietan a los agentes económicos. Sobresalen dos: ¿cuándo se sale del cepo? y ¿qué va a pasar con el valor del dólar oficial? Sobre esto último se abrió una especie de grieta en los pronósticos de la City, pese a que el Gobierno enfatiza cada vez más que no se moverá de su hoja de ruta y que el mercado de futuros por ahora se mantiene bastante alineado con la idea de continuidad de la tablita cambiaria.

Un conjunto de consultores top y bancos internacionales cree que habrá un salto devaluatorio considerable antes de fin de año y así lo plasman en sus proyecciones. En los casos más extremos, esperan que el dólar termine el año más de un 50% por encima de la pauta de $1.016 incluida por el ministro Luis Caputo en el borrador de presupuesto que envió al Congreso a principios de julio. Otros, en cambio, se amoldan a la perspectiva de que el cepo tiene larga vida y prevén una continuidad del «crawling peg». Uno de los economistas de la City más optimistas con el plan oficial fue incluso más allá: advirtió que, si hay una devaluación, el programa vuela por los aires.

El tipo de cambio mayorista hoy se ubica en $948,50. Para los exportadores rige el dólar «blend» (el 20% de las ventas al exterior se liquida en el CCL), al que el Gobierno sigue aferrado y que se ubica algo por debajo de los $1.020. En tanto que el dólar importador (mayorista más impuesto PAIS) hoy es de $1.114 pero se reducirá a $1.020 en septiembre si el Gobierno cumple con la premisa de retrotraer la alícuota de ese tributo al nivel que tenía cuando asumió sin compensar ese movimiento con una devaluación equivalente.

Caputo reafirmó esta semana que no habrá salto cambiario. “Devaluando lo único que se gana es que la inflación suba”, dijo en una charla con estudiantes de la Universidad Católica Argentina (UCA) y volvió a descartar una pronta apertura del control de cambios: “No se trata de hacerlo rápido sino de hacerlo bien. La salida del cepo será cuando estén dadas las condiciones”.

Es que el Gobierno apuesta sus fichas a que el ancla cambiaria le permita extender la desaceleración de la inflación, a la que considera como su principal activo político. Muchos analistas advierten que ese esquema se vuelve insostenible porque acumula inconsistencias: el BCRA tiene reservas en rojo y la apreciación cambiaria de este año ya casi se comió todo el impacto de la megadevaluación de diciembre. En esa línea se inscriben las exigencias del FMI (de quien Caputo pretende conseguir nuevo endeudamiento), que no concedería más divisas sin una devaluación. Y está claro que cualquier salto del dólar tendría un impacto en el costo de vida.

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Dólar: las discrepancias en la City

Así, las aguas se dividen entre quienes creen que el Gobierno mantendrá su tablita cambiaria (en general con prolongación de las restricciones y a costa de resignar más reservas) y quienes consideran que habrá un salto devaluatorio en lo que resta del año (asociado a la idea de que aún sería probable una apertura del cepo en el último cuatrimestre).

Lo cierto es que las cotizaciones del dólar futuro reflejan que buena parte del mercado se amoldó al mensaje oficial: el contrato a fin de 2024, que a principios de julio se pactaba arriba de $1.250, hoy se ubica en $1.090. Sin embargo, varios de los consultores favoritos de la City y algunos bancos internacionales de peso no adscriben a esa idea.

Así quedó evidenciado en el último informe del LatinFocus Consensus Forecast, que incluyó proyecciones de las principales variables económicas para los países de la región. Entre ellas, el nivel del dólar para fin de año en Argentina. Entre quienes prevén una devaluación considerable, aparecieron Ecolatina (fundada por Roberto Lavagna) con un pronóstico de $1.350; la entidad suiza UBS, también $1.350; JP Morgan, el mayor banco de Estados Unidos, $1.375; el Santander y la calificadora Fitch, $1.400; y LCG (fundada por Martín Lousteau), $1.448. Todas ellos se ubicaron entre 30% y 40% por encima de la pauta del Gobierno.

Hubo otros que fueron más allá. Invecq (de Esteban Domecq) proyectó un dólar a $1.500, al igual que el banco británico Barclays; Empiria (de Hernán Lacunza), a $1.519; y Econviews (de Miguel Kiguel), a $1.560. Se trata de pronósticos que se ubican 50% por encima del tipo de cambio oficial planteado por Caputo para fin de año. La más alta de las previsiones fue la de otra calificadora, S&P Global Ratings, que auguró que llegará a $1.700.

Hubo algunas que se ubicaron en un punto medio. Entre ellas, las de BBVA ($1.177), HSBC ($1.200), Orlando Ferreres y Asociados ($1.207), Banco Galicia ($1.229) y Fernando Marull y Asociados ($1.282). El promedio de las proyecciones se ubicó en $1.233.

Banco Supervielle ($1.018); Itaú ($1.027); ABECEB, de Dante Sica ($1.028); y Analytica, de Ricardo Delgado ($1.091), estuvieron entre las que auguran que la tablita cambiaria permanecerá prácticamente inalterada. También Eco Go, de Marina Dal Poggetto ($1.027), quien señaló en sus últimos informes que el programa económico mantiene intacta su dependencia del cepo.

De los consultores top de la City, tal vez el más optimista respecto de la hoja de ruta del plan de Javier Milei y Luis Caputo es Ricardo Arriazu. De hecho, considera que el Gobierno no tiene que soltar el ancla cambiaria bajo ningún concepto. “La mayoría de los economistas creen que hay que devaluar. Yo creo que no. Si devaluamos, se acaba todo el programa, se acaba Milei, se acabó todo”, sentenció durante un almuerzo organizado por el Rotary Club, al que asistió Ámbito. Consideró que, como Argentina es bimonetaria, no alcanza con dejar de emitir para bajar la inflación. Por eso, dijo que todavía no están dadas las condiciones para abrir del todo el cepo: “Hay que hacerlo de a poco”.

En su último informe, la consultora 1816 realizó una interpretación de los gestos de los funcionarios: “Todavía podría pensarse que el Gobierno quiere liberar el cepo este año y que todo lo que dice es para que el mercado ‘baje la guardia’ y no se anticipe. Pero la retórica es cada vez más contundente, y cuando el Presidente dice que ‘es mentira que con cepo no se puede crecer’ es posible que sea porque el equipo económico genuinamente cree que ‘el fin justifica los cepos’ y que hay que evitar un desarme prematuro (y riesgoso) de los controles de capitales”.

En ese sentido, 1816 consideró que la intervención del BCRA sobre la brecha y la promesa de baja del impuesto PAIS sin devaluación compensatoria “refuerzan la percepción de que las chances de ver una liberación del tipo de cambio en el muy corto plazo son cada vez menores”.

Mientras tanto, la gran pregunta es cuánto más bajarán las reservas netas (ya son negativas en cerca de u$s6.000 millones), que en este esquema aparece como la variable crítica.


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