El miércoles de la semana pasada, a las 8, una alumna del Pilgrims, de La Horqueta, dejó su auto estacionado sobre la colectora del Ramal Tigre de la Panamericana, frente a un taller. Estaba a solo media cuadra del colegio, donde hay seguridad privada. Cuando regresó a buscar su auto, al mediodía, todas sus pertenencias habían desaparecido: un bolso y su billetera. Una hora después, a las 13, los delincuentes ya habían gastado 300.000 pesos con su tarjeta de crédito. Quisieron seguir, pero la compañía emisora del plástico detectó el fraude y la bloqueó.
El uso de inhibidores de señal para robar automóviles, o las pertenencias que hubiera adentro, está en aumento. Con esos dispositivos, similares a un handy, los delincuentes bloquean la señal de la llave del vehículo para que el coche no se cierre cuando el dueño cree haberlo hecho apretando el botón de su llave de encendido.
Los ladrones estarían eligiendo las afueras de colegios privados y centros comerciales de San Isidro y de San Fernando, donde hay mucho movimiento tanto de personas como de vehículos. Así lo denunciaron a LA NACION los mismos vecinos durante una recorrida por esas zonas del conurbano norte.
Ricardo Blanco, el guardia de la garita en la esquina de Beccar donde se dio el caso mencionado, fue la primera persona con la que conversó la alumna a la que le robaron afuera del colegio Pilgrims: “Esa mañana hubo un equipo de unas 30 personas de la compañía de alarmas Verisure en la zona, sumado a patrulleros de la municipalidad. Es raro. El auto no lo violentaron y estaba estacionado frente a una exremisería que ahora es taller. El año pasado, a media cuadra de ese taller, se robaron la batería a un Volkswagen Gol Trend de otra alumna que había dejado el auto ahí durante la noche”, explicó el vigilante.
El empleado del taller frente adonde sucedió el robo, que estaba junto a otro hombre, dijo no estar enterado del hecho. “No tenía ni idea, y eso que yo dejo autos de clientes estacionados en ese mismo lugar”, explicó, asombrado.
Marcela, de 61 años, compraba facturas en la panadería Delizias, en la esquina de Maestra Vicenta Ravelo y Blanco Encalada, y contó: “Hace no más de dos semanas les entraron a robar a las casas a dos vecinos. Les habrían robado las llaves de sus casas con inhibidor de sus autos en el centro comercial de Las Lomas”.
Juan, de 60 años, empleado de mantenimiento de la Galería Las Brujas, en Beccar, explicó que él trabaja todos los días allí y no había observado movimientos fuera de lo común.
Por otro lado, Matías, dueño del local Galpón Gourmet, sí estaba al tanto del panorama. Su pareja le había advertido sobre la modalidad delictiva del uso de inhibidores de señales que impiden el cierre efectivo de las puertas de vehículos: “Mi mujer está en los grupos de vecinos de WhatsApp y me dijo que tuviera cuidado porque está al tanto de que está pasando mucho”.
Facundo, comerciante de vinos en el comercio Don Fermín, dentro de la misma galería, le bajó el tono al temor de los vecinos: “Acá lo máximo que se roban es una bicicleta. Es raro. Está tranquilo”, sostuvo.
Afuera del colegio Saint Mary of the Hills, en Xul Solar 6650, San Fernando, Julieta y Valeria esperaban la salida de sus hijos para regresar a sus casas. Ambas reconocieron que hubo casos, pero habrían ocurrido “a mediados de año pasado”, algo corroborado por un empleado de la empresa a cargo de la vigilancia de aquella institución situada en la localidad de Victoria.
Un grupo de cinco mujeres de unos 40 años que tomaban café afuera de un local en el centro comercial de Buenavista, en René Favaloro al 3300, Victoria, explicaron, al igual que las mujeres del caso anterior, que en 2023 hubo casos de “arrebatos”, pero que ahora “está tranquilo”. Una de ellas, Josefina, reconoció que a una amiga suya le había sucedido recientemente, afuera del Colegio Cardenal Newman, en La Horqueta.
Victoria, que tomaba café afuera del Starbucks del centro comercial de Las Lomas, sobre la avenida Juan Segundo Fernández, dijo que no había escuchado de casos ahí, pero que afirmativamente ese tipo de robo le había sucedido a más de una amiga de ella este año cerca del colegio Holy Cross, en Punta Chica, en el Bajo de San Fernando.
Lo que los especialistas suelen recomendar para estos casos es comprobar el correcto cierre del vehículo. No confiarse una vez que se haya apretado el botón y revisar manualmente que estén bien cerradas las puertas. Otros recomiendan volver a apretar el botón de cierre unos 5 o 20 metros del vehículo.
También se recomienda no dejar objetos de valor dentro del vehículo, ni las llaves de las casas. Esto último es importante, ya que los delincuentes pueden haber “marcado” el auto cuando salió de una propiedad o mirar la documentación del mismo, para, una vez robadas las llaves de dentro del coche, ir a la propiedad a robar.
Recientemente, uno de estos casos se produjo en Don Torcuato. El sábado 4 de mayo, una familia fue asaltada en su casa, en Ituzaingó al 800, lindera con el Hindú Club. Siete delincuentes entraron en la propiedad con llaves que al dueño le habían robado de su auto en San Isidro, gracias al uso de un inhibidor de señal.
Los delincuentes maniataron a todos los miembros de la familia y les robaron 40.000 dólares. Al día siguiente fueron detenidos tres integrantes de esa banda en el partido de San Martín. Tenían dos armas de fuego, precintos y el dispositivo electrónico mencionado.
LA NACION se puso en contacto con el área de prensa de la Municipalidad de San Isidro. Desde allí negaron la problemática. Explicaron que los datos oficiales con los que cuentan, que fueron avalados por la provincia de Buenos Aires, indican que hubo una considerable disminución de la cifra de robo de autos, que se redujo hasta un 40%, y que la merma alcanza un 20% en cuanto a delitos en general desde que asumió la administración del distrito el actual intendente, Ramón Lanús.
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