La trascendencia del evento se mide, en buena medida, por la talla de su director, Antonio Martino, jurista de larga trayectoria y un precursor de renombre mundial en materia de derecho y tecnología. En esta edición, junto con la editorial Astrea y la Academia Nacional de Derecho y Ciencias Sociales de Córdoba, el Congreso convocó a ponentes de las más diversas partes del mundo.

Así, luego de la inauguración, el lunes, a cargo de María Marta Cáceres de Bollati, presidente del Tribunal Superior de Justicia de Córdoba, siguieron, entre otros, Harold Modesto, director del Observatorio Judicial Dominicano; Moisés Barrio, por la Universidad Carlos III Madrid; Bibiana Beatriz Luz Clara, por la Universidad de Salamanca; varios de los máximos exponentes en ciencias jurídicas de América Latina con proyección mundial, como Jorge Isaac Torres Manrique, quien enseña y ejerce en Arequipa, pero también en Serbia.

Por otro lado, el comité científico conformado por diversos representantes de la vanguardia en derecho y tecnología en Argentina y el mundo, también ofrece una dimensión del encuentro: desde Juan G. Corvalán, creador de Prometea (sistema informático con inteligencia artificial referente mundial de la Justicia digital) pasando por Manuel David Masseno, del Politécnico de Beja, Portugal, hasta Mario Adaro, Juez de la Corte Suprema de Justicia de Mendoza, innovador tecnológico en materia de procesos judiciales.

El congreso abordó los temas más diversos reunidos alrededor del cruce entre derecho y tecnología; entre ellos -y partiendo de la imperiosa necesidad de digitalizar la Justicia- la automatización de procesos burocráticos y la incorporación de prueba electrónica.

En este sentido, referentes de las nuevas generaciones, como Carina Papini, impulsan la transformación digital de la abogacía en todas sus dimensiones. De hecho, y con su coordinación, sobre el cierre de ayer Mario Adaro mostró una variada gama de proyectos e implementaciones tecnológicas de vanguardia: del expediente digital al trámite inteligente, los tribunales virtuales y el desing thinking como disciplina para aportar claridad en la comunicación de sentencias.

Desde luego, la migración a la nube de los procesos jurídicos es una exigencia a la que el poder judicial argentino no puede dar la espalda. En ese sentido, sigue adelante el desarrollo de la Nube Federal de Justicia, que anticipara ámbito. “Hay que hackear la Justicia -sostuvo Adaro- porque si no nos damos cuenta de la importancia de volvernos digitales e inteligentes en las instituciones judiciales, nuestros hijos van a confiar más en las plataformas de resolución de conflictos que en nosotros”.


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Por fmluzucom

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