Ahí emerge la internación domiciliaria, la protagonista escondida. Pero en realidad, desde hace más de 30 años en nuestro país, viene siendo una aliada del sector de la salud, al permitir que sea más eficiente. Y aún así muchos no saben exactamente lo que es.

Se trata de una de las alternativas superadoras para que los pacientes se recuperen en sus casas, rodeados de sus seres queridos. Es indudablemente el “hospital del futuro”, dado que brinda a las personas en su domicilio un conjunto de atenciones y cuidados multidisciplinarios de rango hospitalario, manteniéndolas al resguardo de contagios, y permitiendo que el uso de camas en los centros de salud sea destinado para las situaciones de urgencia.

Cuando las condiciones del hogar lo permiten, la atención en el domicilio es una gran opción no solo para pacientes con coronavirus: es posible externar a aquellos que sufren otras patologías y se encuentran estables.

Operativamente, el médico tratante indica la asistencia del paciente y define los requisitos para la misma. Una empresa de internación domiciliaria es la encargada de implementarla.

Así, un equipo multidisciplinario acompaña al paciente: cuidadores, kinesiólogos, enfermeros, psicólogos, terapistas ocupacionales y otras especialidades, según los requerimientos de cada individuo. El médico tratante lleva la historia del paciente y coordina al equipo.

Muchos no lo saben, pero esta modalidad integra el Programa Médico Obligatorio (P.M.O.), por lo que su cobertura está garantizada por las obras sociales y prepagas.

Está comprobado que la recuperación se ve favorecida en el hogar de la persona, en su entorno conocido, junto a sus seres queridos, cerca de sus animales de compañía y con sus objetos. Evita el estrés provocado por internaciones prolongadas, distimias, cuadros depresivos y otras patologías propias del llamado hospitalismo. La atención en el hogar además reduce las reinternaciones, traslados y permite mantener la dinámica familiar.

Desde el inicio de la pandemia, en nuestro país se privilegiaron ciertas formas de atención, las “tradicionales”. Se abrieron centros de atención en instituciones deportivas, clubes y empresas. Se usaron hoteles para internar pacientes con COVID-19, desaprovechando la posibilidad de transitar la enfermedad en su casa cuando las condiciones están dadas, descuidando recursos médicos, existiendo la tecnología para brindar asistencia a distancia.

Tenemos la oportunidad de utilizar a favor nuestro el aprendizaje que tuvimos a lo largo de la primera ola de la pandemia. Depende de quienes toman las decisiones reconocer que el tratamiento en el hogar incide positivamente no solo en el paciente y su familia sino en el sistema de salud en general.

*Valeria Muda es Licenciada en Administración de Servicios de Salud y Directora de Grupo Medihome.


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Por fmluzucom

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