A pesar del incremento como la Asignación Universal por Hijo (AUH) y Tarjeta Alimentar en los sectores más vulnerables, no llegó a compensar su impacto no solo en la suba de la indigencia sino en el crecimiento de la desigualdad. La contención de estos programas en el tejido social es tal que, en caso de que se eliminaran, elevaría aún más la cantidad de personas que no cubren sus necesidades alimenticias.

“La tasa de indigencia sin esas asignaciones estaría alrededor del 25%”, sostuvo a PERFIL Agustín Salvia, director del Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (ODSA-UCA). Y agregó: “La  pobreza no cambiaría sustantivamente porque toda la población que va a estar entrando a la pobreza es en realidad clase media que no tiene programas y sumaría uno o dos puntos de ese 53% promedio del primer semestre o de ese 50% del segundo trimestre pasaría a un 52%”.

Esta semana el Ministerio de Capital Humano, a cargo de Sandra Pettovello, comunicó que “el Programa Alimentar aumentó un 138% desde el comienzo de la gestión, pasando de $ 22 mil en diciembre de 2023 a $ 52.250 en septiembre de 2024 (un hijo); de $ 34.500 a $ 81.936 (dos hijos) y de $ 45.500 a $ 108.062 (3 hijos)”. “La Asignación Universal por Hijo (AUH) y la asignación por embarazo para protección social (AxE) aumentaron un 308% entre diciembre de 2023 y septiembre de 2024, pasando de un importe de $ 20.661 en diciembre de 2023 a $ 84.275 en septiembre de 2024, detallaron.

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Sin embargo, incluso los aumentos en las prestaciones sociales no alcanzaron para amortiguar el crecimiento de la desigualdad, ni de la indigencia, que subió al 18,1% en el primer semestre del año, según el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec).

En ese sentido, “el estrato más bajo (primer quintil) fue el que debió afrontar una caída más significativa de su poder de compra. A lo largo del período analizado, los ingresos promedio registrados en los sectores más bajos se alejaron aún más de los requerimientos básicos alimentarios y no alimentarios necesarios para la subsistencia”, expresó un informe del ODSA-UCA en base a los datos de distribución del ingreso para el segundo trimestre de este año que el Indec dio a conocer el miércoles.

Desde la cartera que conduce Pettovello comentaron que “en noviembre de 2023, con una inflación del 13% mensual, la suma de la AUH y la Tarjeta Alimentar cubría el 65% de la canasta básica”. “Hoy ambas prestaciones cubren el 99% de la canasta básica alimentaria (según datos del IPC-Indec-último dato disponible Julio 2024)”, agregaron.

“Para una familia tipo, aproximadamente la AUH más Tarjeta Alimentar, incluso para los hogares con chicos hasta 17 años, representa aproximadamente el 25% de la canasta básica total y el 50% de la canasta básica alimentaria”, explicó Salvia.

En esa línea, en los hogares del primer quintil, el 34,6% de los ingresos totales son generados por fuera del mercado de trabajo, de acuerdo a estimaciones de la UCA en base al informe de distribución del ingreso. Por lo que los ingresos no laborales, donde se contabilizan la AUH y la Tarjeta Alimentar a pesar de las subas por parte del Gobierno su impacto se ve disminuido ya que no solo no llegan a cubrir gran parte de las canastas, sino que representan poco más de un tercio del presupuesto total de las familias de los estratos más bajos.

“El grueso de los ingresos de las familias son laborales. Incluso en los más pobres, el 60% de los ingresos vienen del trabajo, no de los llamados ‘planes’”, expresó en redes sociales Daniel Schteingart, sociólogo y director de Planificación Productiva de Fundar. Y sumó: “Los ingresos no laborales cayeron en casi todas partes, aunque algo menos en los más pobres. El refuerzo de la AUH y la Tarjeta Alimentar no compensó la caída en jubilaciones y otros programas sociales”.

En relación con el incremento de la desigualdad, que el Indec dio a conocer esta semana, se desprende que la brecha de ingresos entre el decil más rico de la población y el más pobre es de 14 veces, el mismo nivel que hace un año. También, el 10% de la población con mayor ingreso per cápita familiar concentró 33% del total en el segundo trimestre de 2024, unas 19 veces más que el 10% con menor ingreso.

El coeficiente de Gini, que tiene como valor 1 el de mayor desigualdad del ingreso, y 0 como el de absoluta equidad, aumentó al término del segundo trimestre a 0,436 puntos, mientras que en el mismo trimestre de 2023 el valor fue de 0,417, lo que muestra un  aumento de la desigualdad en la comparación interanual.

En promedio, la población perdió alrededor de un 12% de poder adquisitivo durante el período 2° trimestre 2023 y 2° trimestre 2024. Si bien el estrato más favorecido registró también una caída de ingresos reales, la misma fue de menor intensidad al promedio evidenciado. El estrato más bajo (1° quintil) fue el que debió afrontar una caída más significativa de su poder de compra”, destacó la UCA.


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Por fmluzucom

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