Diego Bermúdez, el secretario privado de Cristina Kirchner que estuvo junto a ella el día que intentaron dispararle dos veces, declaró este jueves en el juicio contra los acusados de realizar el ataque y respaldó el controvertido rol de la custodia. Incluso defendió que los efectivos le ordenaran a un militante K que borrara el video del atentado. El juicio continuará el miércoles próximo, y el siguiente -14 de agosto- se escuchará el testimonio de la exvicepresidenta.

Bermúdez fue el único del círculo cercano a la ex vice (entre custodios y secretarios) que advirtió que un hombre había intentado dispararle a Cristina con un arma de fuego. Fue en ese momento que le pidió a la custodia que retire del lugar a la ex vicepresidenta, pero no le hicieron caso.

Tras hacer un repaso sobre todo lo que pasó ese día, el secretario mencionó a Guillermo Gallo, el responsable de la custodia el día del ataque y quien le pidió a varios militantes kirchneristas -tal como se escuchó en el juicio- su teléfono celular para exigirle que borre del mismo el video donde se observa el arma de fuego apuntando contra Cristina Kirchner.

Bermúdez defendió a Gallo y a los custodios, y sostuvo que el pedido fue por el «celo» acerca de todo lo que pasa alrededor de Cristina Kirchner. «Nosotros trabajamos con mucho celo de información por cuestiones privadas de la doctora, por cuestiones políticas, no es una persona común y corriente o sí pero no, con responsabilidades distintas. Eso produce que seamos muy celosos», sostuvo.

Al brindar más argumentos para justificar la decisión de Gallo de haber dado la orden de borrar el video, Bermúdez dijo: “Si me preguntás a mí qué pasó, es que en el celo de cuidar la información le dije que no se le filtre nada. Por cómo se dio la situación que el video está, no está editado, el joven reconoce que es el video y Guillermo se lo devuelve después».

Durante la última audiencia antes del inicio de la feria judicial Cristóbal Elgueta, un joven estudiante de medicina, contó que «la custodia de Cristina, el señor canoso, de saco negro, que ese día tengo entendido estaba a cargo, me hizo entrar al palier del edificio de Cristina. Me preguntó si yo había filmado, le dije que sí y me pidió que le muestre los últimos chats para ver si se lo había enviado a alguien. Después me pidió que borre el video”.

La llamativa situación no concluyó allí. El militante kirchnerista explicó que cuando vieron en la televisión la difusión de las imágenes del suceso, “el custodio nos dijo que ya está, que estaban por todos lados los videos y que éramos libres de hacer lo que que quisiéramos con las imágenes». De hecho, el video que grabó Elgueta es una de las pruebas centrales del expediente.

Sobre esa exposición, Diego Bermúdez continuó defendiendo a la custodia y dijo: «No me llama la atención tanto eso (la orden para borrar el video), como sí me llama la atención que no se esté investigando en esta causa quiénes financiaron el atentado o que se haya roto la cadena de custodia del teléfono o que no se hayan citado testigos que para nosotros son cruciales, es mucho más importante todo eso”.

En ese punto, la jueza Namer lo ubicó: “Lo que le llame la atención a la justicia o no, lo comunicará la justicia en el momento adecuado de la manera acorde, límitese a responder las preguntas de la fiscalía”.

Mas detalles de la declaración

El secretario subió al estrado poco después de las 10 y declaró en carácter de testigo ante el Tribunal Oral Federal 6 (TOF 6) presidido por la jueza Sabrina Namer.

Bermúdez es secretario de Cristina Kirchner desde 2014. Arrancó su declaración a las 10 de la mañana y en el inició contó cuáles eran sus funciones: llevar su agenda, acompañarla a reuniones y actos y ser un nexo con el responsable de la custodia para coordinar sus actividades. Es un hombre de confianza de la ex presidenta y la noche del 1 de septiembre estuvo pegado a su lado, y fue quien palpó a su atacante en un momento de mucha confusión.

Las primeras preguntas formuladas a Bermúdez fueron por parte de la fiscal Gabriela Baigún, que en una primera etapa del juicio había indagado sobre un posible vínculo entre el intento de homicidio y los referentes de la agrupación Revolución Federal. Este jueves le preguntó al secretario si consideraba que el ataque a la ex vice fue producto “de su condición de género”: una tesis que el fiscal Carlos Rívolo desestimó cuando pidió la elevación a juicio del caso.

Las morisquetas de Brenda Uliarte

Finalmente, llegó el momento de referirse a lo ocurrido aquella noche afuera del departamento de la calle Uruguay, en el barrio de Recoleta. En un momento determinado, la jueza Namer interrumpió la declaración al observar a la acusada Brenda Uliarte -quien se conectó desde la plataforma virtual Zoom desde el Penal Federal donde permanece detenida- con un comportamiento “que no se condice con la situación”. La joven acusada de homicidio en grado de tentativa, cantaba, hacía gestos de burla y se sonreía, mientras el secretario de Cristina Kirchner declaraba.

La situación volvió a repetirse y fue advertida por el abogado de la ex mandataria, Marcos Aldazábal. Cuando el comportamiento de Uliarte siguió bajo la misma tesitura, la jueza Namer ordenó un cuarto intermedio para resolver la inusitada situación.

Al reanudarse la audiencia, Bermúdez continuó con la reconstrucción de la noche del 1 de septiembre de 2022. “Ella empieza a saludar a la gente y va decidiendo cuánto se acerca o no, la gente es muy respetuosa. Como viene saludando a la gente a veces no va prestando tanta atención. Ese día estaba pegado a ella, mirando siempre abajo, al piso. Siento que algo me pega en la rodilla y cae al piso y pensé que era un libro. Cuando levanto la vista, veo a la gente. Estoy acostumbrado a la gente que se le acerca a Cristina, que expresan cosas buenas, cariño, que la quieren abrazar. Hago el paneo de esa gente, me encuentro con una cara que no reflejaba nada de esto, con una mirada enajenada”, dijo en referencia a Fernando Sabag Montiel.

Bermúdez volvió un poco sobre su relato, y contó que escuchó un “clac” en el momento que algo cayó al piso. “Crucé la mirada con él, no sabía qué había pasado y no había visto el arma, pero sabía que algo había pasado. Me desprendo de donde estoy y voy en dirección a él, él levanta las manos y dice ‘soy compañero, soy compañero’, veo que no tiene nada en las manos y lo agarro del cuello de la campera, un compañero me dice ‘tiene un fierro’. Después de palpar al joven y ver que no tenía ningún arma de fuego, “volví a mirarla a ella y vi que está bien”, pero advirtió que algo extraño había pasado y que lo mejor era sacarla del lugar.

Cómo se enteró Cristina Kirchner

Pasaron seis minutos desde el momento del ataque hasta que Cristina ingresó a su domicilio. El secretario privado había pedido que la saquen del lugar, pero tardó en ocurrir.

Después de garantizarse el resguardo de la ex vice, Bermúdez salió nuevamente a la calle y el custodio Gallo le dijo que efectivamente había un arma «que se gatilló y la bala nunca salió. Le pregunté a Guillermo (Gallo) si el arma estaba cargada y me explicó que eso lo iba a determinar la pericia».

En ese preciso instante, el secretario regresó al domicilio de la ex vicepresidenta y le contó lo ocurrido: «Le dije que había un arma y que habían querido dispararle».

Para ella – continuó Bermúdez- «antes de eso, sólo se había tratado de una gresca entre compañeros, que a veces pasa». La custodia confirmó que era algo extremadamente más grave.

Luego del extenso testimonio del secretario de la exvice pasaron por el estrado tres jóvenes militantes, dos de ellos compañeras de Cristóbal Elgueta en la facultad y que habían acudido a la casa de Cristina junto a él para «hacerle el aguante un rato». Ambas coincidieron con el relato del joven que filmó el brazo armado de Sabag Montiel frente a la cabeza de la vicepresidenta, y la secuencia respecto del pedido inicial de que ese video sea borrado hasta que les fue restituido en sus teléfonos -Elgueta se los había enviado para poder verlo tranquilos, pues su celular estaba quedándose sin batería- porque las imágenes «ya estaban por todos lados».

La fiscal Baigún les preguntó a todos si no les parecía extraño ese pedido, pero los jóvenes coincidieron en que era una situación «muy estresante» y que lo consideraron como parte de las prácticas de seguridad respecto de Cristina.


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