­POR ALFREDO LUIS Insaurralde LA PRENSA

­­El espesor de la bruma matutina obligó al almirante Togo a utilizar sus binoculares mientras se mantenía de pie en el puesto de mando del acorazado «Mikasa», su nave insignia.­

Como experimentado jefe de la Armada japonesa conocía perfectamente esa zona marítima cercana a la isla de Sushima, entre Japón y Corea. La había navegado infinidad de veces. Pero intuía que ese día quedaría grabado a sangre y fuego en la historia de su país para bien o para mal según como terminara la contienda. Era la mañana del 27 de mayo de 1905 y se aprestaba a enfrentar a la poderosa flota rusa.­

El almirante Heihachiro Togo tenía 57 años. Parte de su carrera naval la había realizado en Gran Bretaña. «Coraje y determinación» eran los conceptos destacados que sus superiores habían asentado en su foja de servicios.­

Por esos motivos se le había confiado una flota de 60 buques de guerra entre los que sobresalían dos modernos cruceros que habían sido argentinos: «Rivadavia» y «Moreno», luego rebautizados «Kasuga» y «Nisshin», respectivamente. Ambos fueron construídos en astilleros de Génova durante el gobierno del presidente Julio Argentino Roca en momentos de máxima tensión en las relaciones con Chile. Sin embargo, como consecuencia de los pactos de amistad firmados, nuestro país tuvo que desistir de incorporarlos y entre las varias naciones interesadas la Argentina se decidió por vendérselos al Japón que ya estaba en guerra con Rusia. En agradecimiento, el gobierno japonés invitó al entonces capitán de navío Manuel Domecq García como observador de aquella batalla a bordo de uno de los buques de apoyo que, se sabía, no entraría en combate.­

Como ya lo han recogido numerosos historiadores, la denominada «Batalla de Sushima» finalizó con la destrucción total de la flota rusa y el inicio de la declinación del zarismo frente al pueblo ruso profundamente afectado al conocer la firma del acta de rendición.­

Quien esto escribe estuvo hace unos años a bordo del buque Kasuga, amarrado en el puerto de Yokohama donde funciona como barco museo y donde se explica a los visitantes (muchos de ellos alumnos de colegios primarios) la actitud que tuvo el gobierno argentino en beneficio del Japón. Así se originó una amistad profunda que se mantiene en el tiempo.­

Como queda dicho, la derrota en la Batalla de Sushima aumentó el rechazo de la ciudadanía hacia el régimen de los Romanov. Cabe recordar que en ese mismo año de 1905 el zar había ordenado una feroz represión contra una manifestación pacífica en la que murieron cientos de miles de hombres, mujeres y niños en lo que se conoce como el «Domingo sangriento» y que al decir del propio León Trotsky fue el ensayo general de la Revolución Rusa de 1917.


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