Amanda en sus ltimos aos
Amanda en sus últimos años.


Y hoy quiero compartir con Ustedes una historia. El 20 de junio (sí el Día de la Bandera), nacía en Buenos Aires:  Amanda Enriqueta Fiori, una niña que prácticamente quedó húerfana porque su mamá murió  cuando ella todavía no tenía 3 años  y su papá – Juan Bautista Fiori -,  partió hacia su Italia natal en cuanto se desató la Guerra del  14.

De alguna manera fue creciendo de casa en casa de sus hermanos mas grandes , en especial en la de la mayor de todas: “Pepa” que gozaba de los bienes de haberse casado con un próspero carnicero : Carlos Groeztner que además era uno de los pocos habitantes de la ciudad con automóvil propio.

Amanda fue creciendo un tanto de prestado al mismo tiempo que en vez de cosechar resentimientos se hacía cada vez más y mas solidaria. En tanto Juan Bautista Fiori  regreso  de la guerra pero al enterarse de la muerte de su mujer se  deshizo de todos lo papeles y recomendaciones que traía para obtener trabajo y sin pensar en sus dos hijas Claudia y Amanda tomo el primer barco que retornaba a Italia y partió.

En algún momento Amanda fue acogida en la casa de la familia Noceti  y allí finalmente conoció a Agustín quien se convertiría en su esposo. Esto ocurrió un 2 de septiembre cuando    Amanda tenía sólo 16 años y fue así que poco después de cumplir los 17 un 26 de julio de 1930 daba a luz en el Hospital Rivadavia a su primer hijo: Agustín.

Su vida siguió su curso, vivían en Belgrano, compartiendo la casa con sus suegros en Avenida del Tejar 2431 y algunos hermanos solteros de Agustín . Siempre tuvo claro  que Victoria, la madre de su esposo no sólo no la quería sino que construía a su alrededor  no buenas historias.

Con el tiempo se mudaron a un departamento de la calle Mendoza entre Donado y Acha y allí nació el 30 de septiembre de 1935 su segunda hija  Ada Amanda la que lamentablemente falleció el 9 de febrero de 1936. La temprana muerte de su hija por la que no encontraron demasiadas explicaciones la desconsoló y en ese entonces no se recurría a auxilios terapéuticos  porque no había psicólogos.

La mam de la autora en su juventud a la izquierda
La mamá de la autora en su juventud (a la izquierda).

Amanda decidió  comenzar a utilizar su tiempo libre y tomó clases de costura con una muy buena maestra la Señorita Traverso y de a poco comenzó a tener una incipiente clientela  al mismo tiempo que se convertía  en una apasionada  lectora. Fue así que  sin pensarlo decidió criar a sus hijos  (un 16 de febrero  de 1939 había nacido en la Maternidad Sardà su segunda hija), con la siguiente enseñanza:  “Todos somos iguales, mujeres y hombres, no importa la religión que se profese ni las ideas políticas que se tengan, hay que respetar al otro”.

Simultáneamente siguió desarrollando sus actitudes solidarias y a su casa llegaron a recuperarse todos los sobrinos que sufrían alguna enfermedad, hasta una que padecía tuberculosis.  Con igual actitud se compadecía de cuanto ser viviente abandonado y  sin dueño. La casa era un refugio para todos.

Precisamente a partir de eso es que se desarrollò un episodio sin precedentes sobre todo tomando en cuenta que esto transcurría en los primeros años de la década del 40ª . La familia ya vivía en la calle Guanacache 4545 ( hoy Franklin D. Roosevelt) a una cuadra y media de la estación Luis María Drago del Mitre, es decir la estación intermedia entre Belgrano R y Villa Urquiza. Y las calles por mas que eran  paralelas a Monroe  no estaban asfaltadas. Había llovido y el carro del lechero se trabó en el barro  y el conductor comenzó a utilizar el látigo hacia el caballo para apurarlo a que saliera…. Amanda tomó entonces al caballo por las riendas delanteras y lo enfrentó con un “por qué no me pega a mí”. Lo cual lo paralizó primero y se bajó después y con menos peso el caballo logró salir.

Esa fue siempre su convicción salir en auxilio de los más débiles por eso recibía en su casa a los sobrinos  sin preocuparse por  la posibilidad de un contagio.

Nunca tocó un cuaderno o una carpeta del colegio ni en la primaria  ni en el secundario. Pero sin preocuparle la hora acompañaba a sus hijos (sirviendo, te, café o chocolate), hasta que hubieran finalizado con su tarea.  También tenían vía libre para faltar . Ninguno nunca se abusó y siempre tuvieron claro que su responsabilidad era estudiar.  Y así fué ninguno se llevó nunca una materia.

No era religiosa, creía en Dios a su manera  porque la institución Iglesia la había decepcionado. Le gustaba el cine  y lo visitaba  regularmente en la  época de las tres películas por sección. Y también la costumbre de la familia era ser  teatrera .

Amanda nunca abandonó el placer por la lectura al margen que en la casa se recibían dos diarios por jornada y se compraban muchas revistas.  Ella siguió con sus costumbres y fue la primera en descubrir a Jean Paul Sartre del cual se hizo fanática y de ahí en mas todo el existencialismo se instaló en la casa al tiempo que los mas reconocidos autores de novela negra. Y eso es lo que construyó de si misma  Amanda esa mujer que sólo había cursado el tercer grado. Por eso quise contar su historia para demostrar que siempre se puede encontrar una salida. Por supuesto Amanda Enriqueta Fiori era mi mamá  y estaba casada con Agustín  Lafon , mi Papá por eso me pareció importante contar su historia.

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