«La marihuana hace daño, el tabaco mata de cáncer y el alcohol degrada al ser humano. Si estos dos son legales, explicame porque está la ilegalidad en este lado».

Por Juan José Gómez Centurión

Como si no hubiera hecho suficiente daño en su nefasta gestión, recientemente el presidente Alberto Fernández ha hecho declaraciones en las que sostuvo que “Tenemos que pensar y abrir un debate en algún momento sobre la legalización de la marihuana”, Esta barbaridad la dijo en el programa Caja Negra donde agregó: “Cuando a mí me invitan a esta discusión la primera tentación mía, es decir bueno debatamos, pero sin hipocresías. Lo primero que tenemos que hacer es terminar con la hipocresía. La marihuana hace daño, el tabaco mata de cáncer y el alcohol degrada al ser humano. Si estos dos son legales, explicame porque está la ilegalidad en este lado”, agregó.

   No llama la atención que en medio de los escándalos económicos y políticos que rodean a la gestión presidencial, Alberto trate de desviar la atención con una entrevista guionada para que se explaye sobre temas que no son ni urgentes ni están en agenda y así lavar su imagen, pero sus mentiras y cinismo ya no son tolerables. Al abrir descaradamente la puerta al consumo legal de marihuana, el presidente hace un guiño electoral artero y falaz No es verdad que la marihuana sea inofensiva o que exista algún beneficio debatible en la legalización de las drogas. La legalización aumenta el consumo, no ayuda al drogadicto y no evita el tráfico de estupefacientes. Estamos ante unas declaraciones muy graves.

   Este simulacro de entrevista a Alberto Fernández, con un claro sentido electoral, me lleva a plantear una serie de cuestiones que creo son fundamentales para entender el enorme problema al que nos enfrentamos. Ya durante la gestión anterior, la entonces Ministra de Seguridad Patricia Bullrich le había permitido a la empresa “Cannabis Oficial Avatara Sociedad del Estado” (CANNAVA S.E.) de la familia del Gobernador jujeño Gerardo Morales, implementar una plantación de marihuana colosal en un predio fiscal de 14.000 hectáreas. En ese momento la oposición, hoy oficialismo, protestó levemente por la cesión de tierras y porque se planteaba una negocio millonario mientras se seguía persiguiendo el tráfico pequeño. Pero resulta evidente que la cuestión de la salud y de la seguridad en relación a la legalización de las drogas no sólo no era importante para la casta política sino que ya se dejaba entrever una agenda global que ahora el Presidente aprovecha y pone arriba de la mesa para ocultar la tragedia que representa su presidencia:

La primera cuestión es que no porque un negocio sea lícito desaparecen los mercados negros. Las armas, las obras de arte, las piedras preciosas son claros ejemplos de que las mafias no desaparecen sino que se cartelizan y endurecen. Pero además, para un grupo importante de la población como los menores, la venta y el consumo seguirán siendo ilícitos. La ampliación de la dependencia ante la percepción de aceptación generará un acceso más inmediato a los más jóvenes y esto redundará en más consumo y necesidad de tratamientos menos accesibles para sectores vulnerables.

   La otra cuestión respecto de la propuesta del Presidente es que el abaratamiento de la droga no equivale a erradicar la delincuencia. ¿Quién se hará cargo del incremento de casos de accionar violento y acciones derivadas de las adicciones? Quienes abogan por la legalización de las mal denominadas ‘drogas blandas’, olvidan que el 99% de los usuarios de drogas fuertes se iniciaron consumiendo marihuana. Por lo tanto, ir creando instrumentos que protejan y legalicen el consumo de marihuana es, en definitiva, abrir las puertas a una nueva ola de adicciones y de inseguridad.

   ¿Para qué y para quienes quiere el Presidente legalizar las drogas? ¿A quienes está beneficiando? Porque si aumenta el consumo; no favorece la recuperación y la reinserción del drogadicto; no ayuda al drogadicto sino que le facilita la adquisición del veneno; no desaparece el tráfico, las mafias siguen existiendo; permite la autodestrucción del individuo; el abaratamiento lo acerca al consumo de menores; el coste económico de los tratamientos deberá pagarlo el contribuyente; me parece que la hipocresía real está en su accionar, entonces pregunto: ¿para quién está gobernando el Presidente?

   Otra cuestión que debería responder el presidente es cómo se impide que haya un mercado ilegal para los menores habiendo legalizado las drogas para mayores. ¿No ve, acaso el camino irreversible al tráfico y al menudeo que se genera si un mayor puede obtener fácil y legalmente drogas y luego distribuirlas a menores? ¿No ve la exposición brutal que se generaría para el sector más desprotegido de nuestra sociedad? Es cierto que la infancia no le importa al presidente bajo cuya gestión se sancionó el aborto, se dejó al 70% de los niños bajo la línea de pobreza y que además prohibió la educación presencial (que en el caso de los chicos más carenciados es la única posible) por un año y medio.

   El Presidente dice que “existe en nuestra sociedad muchísima hipocresía” y tiene razón, la hipocresía que rebalsa de las fotos del cumpleaños de su novia incumpliendo las normas que él mismo puso, la hipocresía de jugar con la salud de los argentinos por favorecer amigos en los contratos de las vacunas y la hipocresía de vender como una idea propia y positiva la agenda de legalización de las drogas, cuando todos sabemos que es una imposición del globalismo y que él es sólo un títere. Esa es la verdadera hipocresía que nos viene gobernando desde que asumió.

Fuente: https://www.lanueva.com/nota/2021-8-13-12-21-0-opinion-la-legalizacion-de-las-drogas-la-nueva-hipocresia-del-presidente-fernandez


Descubre más desde FM Luzu 92.3 Mhz - Villa Luzuriaga

Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.

Por fmluzucom

Deja un comentario

Descubre más desde FM Luzu 92.3 Mhz - Villa Luzuriaga

Suscríbete ahora para seguir leyendo y obtener acceso al archivo completo.

Seguir leyendo