«Nuestro objetivo constante fue el bienestar de la población civil, el acceso de ayuda humanitaria y la protección de vidas», dijo Dujarric, y añadió: «Continuaremos manteniendo contactos con las partes y los copresidentes del Grupo de Minsk (Estados Unidos, Rusia, Francia) para ver cómo podemos ayudar».
En este sentido, Dujarric destacó el rol que tuvo Rusia en las negociaciones de paz entre Armenia y Azerbaiyán: «Estamos muy agradecidos con las autoridades rusas por lo que han hecho. La sensación de alivio radica realmente en la esperanza de que esto ponga fin al sufrimiento de los civiles».
Despliegue
En tanto, tras alcanzar que el acuerdo sea firmado por Armenia y Azerbaiyán, fuerzas de paz rusas comenzaron este martes su despliegue en Nagorno Karabaj, el territorio en disputa. Serán, en total, cerca de 2.000 soldados movilizados para auxiliar a los habitantes de la zona y evitar nuevos choques armados.
El acuerdo, que entró en vigor la noche del lunes, fue firmado por el presidente azerbaiyano, Ilham Aliyev, y el primer ministro armenio, Nikol Pashinyan, así como el presidente ruso, Vladimir Putin.
Dicho acuerdo consagra las importantes victorias militares azerbaiyanas en esta región montañosa del Cáucaso, hoy poblada mayoritariamente por armenios, y que se separó de Azerbaiyán tras una guerra en los años 90.
Noche de furia
El anuncio de alto el fuego generó manifestaciones de alegría en Azerbaiyán y protestas en Armenia, donde una multitud de manifestantes furiosos invadió por la noche del lunes la sede del gobierno y del Parlamento.
En un comunicado en Facebook, el primer ministro Pashinyan aseguró que firmar el acuerdo fue una decisión «increíblemente dolorosa para mí y para nuestro pueblo», pero que tuvo que tomar la decisión tras «analizar en profundidad la situación militar», en alusión a los avances azerbaiyanos en el terreno.
Una derrota militar en Nagorno Karabaj podría amenazar el futuro del primer ministro armenio, que llegó al poder tras una revuelta popular en 2018. Antes del anuncio del acuerdo, 17 partidos de oposición pidieron su dimisión.
El patriarca de la Iglesia armenia hizo un llamado a la moderación y a evitar la violencia y los disturbios, mientras que las autoridades establecieron controles en la entrada de Ereván, según una fuente entrevistada por la AFP, pues el gobierno temería que los combatientes, descontentos, vuelvan al frente.
En cambio, en Azerbaiyán los habitantes daban muestras de júbilo. Muchos salieron a las calles durante la noche y también por la mañana, bailando y enarbolando banderas, al grito de: «¡Karabaj es Azerbaiyán!» o «¡Estamos de vuelta!».
Finalmente, el caos en las calles de la capital armenia, Erevan, fue contralado por las fuerzas de seguridad, que este martes ya habían desalojado los edificios públicos asaltados y vandalizados por los manifestantes.