
Lágrimas, anécdotas, mensajes con incredulidad y surrealismo. “Murió el Diego. No lo puedo creer”. El mismo texto replicado en ciento de millones de celulares. Las redes sociales explotaron de dolor y muestras de amor. Porque Maradona tuvo muchas versiones, pero fue la del amor de sus seguidores e hinchas la mejor faceta del Diez.
Justamente Diego Maradona, el que fue -cuánto cuesta manifestarse en pasado- el mejor hincha de todos. Fue campeón de la Copa Davis en Zagreb en 2016 después de muchas series acompañando al equipo. Apoyó a Los Pumas en los vestuarios, fue campeón olímpico, recorrió la delegación argentina de Beijing 2008… Diego estuvo con todos los equipos argentinos, física o espiritualmente. Pelusa fue una inspiración para todos.
Este nefasto 2020 será el año de la pandemia más grande que la humanidad haya conocido. Pero si creíamos que durante estos meses vivíamos historia pura, la muerte del Gran Capitán frena todos los tiempos. Las calles del país se quebraron, el fútbol entero perdió a su máximo exponente, algo que recala profundamente en el ser celeste y blanco: Argentina ve morir a una parte de sí misma, un ícono popular que cargó con la ilusión de millones e hizo felices a muchos más.
La frase más repetida por estas horas pertenece al genial Roberto Fontanarrosa: “No me importa lo que Maradona hizo con su vida, sino lo que hizo con la mía”. Un resumen perfecto de la esencia maradoniana, porque a Diego se lo podía ver de mil formas, el mejor jugador, el ídolo máximo, el seguidor político o el de los dichos sin igual, pero especialmente como aquél que trascendió a todo, a su deporte, a las fronteras e idiomas.
Diego Maradona fue el personaje que muchos quisieron ser, por fanatismo por el fútbol o simplemente por fama y dinero. Atrás quedan las adicciones, los problemas familiares y un sinfín de polémicas y contradicciones.
Hay muchas cosas por decir y tantas otras que se dirán a lo largo del tiempo. Quizás por eso no faltaron las expresiones de deportistas -de casi todas las disciplinas a lo largo de todo el mundo-, políticos o artistas en cuanta red social se pueda navegar.
El Barrilete Cósmico está en algún planeta, ese del que vino para desparramar a tanto inglés. Un superhéroe de verdad, de esos que en la infancia jugamos a ser, sabiendo que sus poderes sobrepasan todo. Pero el Diez fue real. Fue el que apoyó a cuanto deportista argentino pudo alentar, o el que tomó la bandera del sur de Italia para liderarlos y demostrarles que el norte no era omnipotente.
¿Qué legado deja Diego Maradona? En Argentina ya no hay potreros, pero la era de YouTube les mostrará a las generaciones venideras quién fue el Pibe de Oro que soñó jugar un Mundial y lo ganó, que quiso jugar en Boca y allí fue campeón. Que conquistó el mundo entero con elegancia, habilidad y carácter.
Es ambiguo meterse en las redes sociales, porque las muestras de cariño a Diego son infinitas, pero también significa observar permanentemente la peor noticia. Para el periodismo es un día de dos caras: ser parte de un evento sin precedentes que protagoniza una persona que no queremos que esté ahí. Todo eso es -qué difícil es hablar en pasado- Maradona. Gracias Diego.