por Luis Carranza Torres

Las unidades de comunicaciones cumplieron un destacado papel durante el conflicto de Malvinas, no sólo en su papel principal de asegurar el tráfico de mensajes y órdenes militares propias, sino también en la escucha y decodificación de las comunicaciones del enemigo.

De este segundo tipo de operaciones, una de las menos conocidas, y de mayor importancia en el curso de la guerra, fue la detección de una operación anfibia mayor de parte de los ingleses.

La casualidad no es un factor menor en el curso de las luchas, pero de nada vale si no se explota la ventaja que su acaecimiento proporciona. Ambas cosas pasaron en este hecho.

Como se expresa en «Actuación del arma de comunicaciones y la guerra electrónica en Malvinas.»: 

» Específicamente el elemento de guerra electrónica con que contaba el ejército argentino consistía en una subunidad de GE táctica; la Compañía de Operaciones Electrónicas 602. Dicha subunidad se encontraba equipada con material de origen alemán marca Telefunken y Telegom cuyos elementos, incorporados en 1980, mostraban una alta calidad y tecnología para la época. Los mismos constituían el material más moderno en servicio. En este punto, merece destacarse el hecho referido a que el rendimiento de estos equipos durante el conflicto fue superior a lo esperado, a la vez que satisfizo ampliamente las expectativas».

Dicha Compañía de Operaciones Electrónicas 602 llevó adelante durante el conflicto tareas específicas de guerra electrónica en las islas en forma independiente, como así también junto con personal y medios de la Compañía de Comunicaciones 3 en actividades de escucha. «Asimismo operó exitosamente desde el continente, permitiendo obtener importante información estratégica y táctica que contribuyeron a la radiolocalización de objetos trascendentes».

En tal sentido: «La ejecución de las medidas de apoyo electrónico contribuyó a detectar y localizar en el teatro de operaciones a los elementos enemigos intervinientes en el conflicto como los puestos de comando de las fuerzas terrestres británicas, el desembarco de la 5ta Brigada Británica en Bahía Agradable y a los portaaviones británicos al oeste de Puerto Argentino».

Como nos dice Mariano Sciaroni, las unidades argentinas «… se dedicaron a escuchar las frecuencias de radio británicas, habiendo antes obtenido el detalle preciso de cuáles eran las que utilizaban», contando a tal fin con «equipos modernos para interceptar comunicaciones y si bien al principio los británicos utilizaban bandas no susceptibles de ser interceptadas (de Muy alta Frecuencia, Ultra Altra Frecuencia, comunicaciones vía satélite, etc), con el correr de tiempo, comenzaron a confiarse. Así, los mensajes pudieron ser interceptados. En otros casos, no se requirieron equipos complejos y fueron los radioaficionados -muchos del Radioclub Bahía Blanca- quienes captaron los mensajes y los enviaron a las unidades militares».

Hubo también, ciertos golpes de suerte que la guerra proporciona: «después de la escaramuza del Río Murrell, que el 7 de junio enfrentó a comandos argentinos de la Compañía 601 con paracaidistas del 3 Regimiento, y después de la precipitada retirada de las fuerzas británicas, se capturaron (entre otras cosas) equipos de radio y documentación, especialmente copia de procedimientos radiales, frecuencias y nombres en clave. Ello sirvió para que se pudiera tener, por lo menos por unos días, un panorama más claro sobre ciertas comunicaciones en clave británicas».

Como nos cuenta sobre las actividades de escucha uno de sus protagonistas, Raúl Esteban Andrés, quien con el grado de teniente primero de ejército, se desempeño como segundo jefe del escalón de la Compañía de comunicaciones 3 destacada en Malvinas: “…habíamos empezado a realizar actividades de escucha, a raíz que en forma circunstancial y recorriendo frecuencias, detectamos tráfico ingles, que trataba sobre un importante desembarco en un lugar identificado como Blue Beach”

De acuerdo a la información que se recogió en esa oportunidad, el desembarco en ese “Playa Azul”, estaba previsto para el mediodía del día 8 de junio. 

Eran las once de la noche del 6 de junio. Les quedaban solo 37 horas para verificar que la información fuese cierta, y en particular descubrir el lugar donde desembarcarían.

El sentimiento inicial fue de incredulidad: “Hora a hora, la información que íbamos recogiendo era tan clara, que en algunos momentos dudamos de su veracidad, ya que conocíamos al enemigo en el campo de la guerra electrónica y bien podían ser medidas de velo y engaño”.  Es decir, de aquellas informaciones que intencionalmente se dejan que el adversario las descubra, a fin de hacerlo incurrir en un error.

A esas alturas de la guerra, la guarnición conjunta argentina de Darwin-Prado del Ganso había caído, y las fuerzas desembarcadas en San Carlos avanzaban hacia Puerto Argentino en una marcha terrestre básicamente oeste-este, luego que el hundimiento del Atlantic Conveyor por parte de la aviación argentina, los hubiera privado de una inmensa parte de sus helicópteros.

En dicho contexto, “Blue Beach” bien podía ser una operación de engaño, destinada a distraer fuerzas en un desembarco inexistente, a fin de ocultar algún tipo de ataque por tierra proveniente de San Carlos.

Casi todas las operaciones militares importantes, desde la segunda guerra mundial en adelante, habían sido precedidas por parte de los ingleses con la realización de algún tipo de engaño, a fin de tomar desprevenido al adversario en el lugar donde realmente se realizara dicha operación.

No obstante ello, el personal de comunicación siguió en sus labores de escucha, a la “caza” de mas datos. Fundamentalmente se buscaba dar con mayores detalles de la operación, a partir de los que se pudiera establecer la veracidad de lo escuchado. 

Conforme pasaban las horas, la tensión iba en aumento. Cada vez quedaba menos tiempo para establecer si el desembarco era legítimo, y dónde ocurriría en caso de serlo.

El comando argentino había apostado por continuar en dichas tareas, a la vez que se efectuaban tareas de reconocimiento en las costas, para dar con el sitio de “Blue Beach”. Un nombre que para esas alturas, se había convertido en una preocupación permanente para no pocas personas.

Llegó el día 8 de junio, sin que se registraran avances en cuando a dar con esa localización. Fue entonces cuando un avión Pucará, perteneciente a la Fuerza Aérea, en un sobrevuelo de reconocimiento en la zona de Bahía Agradable, detectó la presencia de buques de guerra y de desembarco británicos.

La información se había confirmado como veraz, y finalmente se había dado con la esquiva localización de “Blue Beach”.

Un suboficial integrante de la Red de Observadores del Aires, también de la Fuerza Aérea, que se desplazaba por el lugar hacia otra posición de observación, pudo igualmente radiar que en esa posición se estaba organizando un desembarco de parte de los ingleses.

El componente aéreo del comando conjunto en Malvinas, pasó la información a la Fuerza Aérea Sur, organizándose la respuesta argentina.

Lo que siguió, pasó a los anales de la historia del conflicto como “El día más negro de la flota”. No es poca cosa la denominación, para una formación naval que ya había atravesado muchas pésimas jornadas en lo que iba del curso de las hostilidades.

 Pero pocos recuerdan hoy día, que lo que los argentinos llaman la batalla de Bahía Agradable y los británicos, el desastre de Bluff Cove, en el planeamiento militar inicialmente se denominó como “Blue Beach”. 

Aun menos recordada, es cómo el esfuerzo conjunto de las fuerzas argentinas, se consiguió dar finalmente con ella.

Fuentes:

Andrés, Esteban Raúl, El silencioso accionar de las comunicaciones tácticas, en AAVV, Malvinas: relatos de soldados, Biblioteca del Suboficial Nº 154, año 1986.

Aranda Durañona, Oscar. Entrevista personal. 9 de setiembre de 2011. 

Bolia, Robert, The Falklands War:The Bluff Cove Disaster. Artículo aparecido en la publicación Military Review (November–December 2004). 

Fundación Malvinas, Actuación del arma de comunicaciones y la guerra electrónica en Malvinas. Publicado digitalmente el 23 de marzo de 2024. Disponible en internet desde: https://www.fundacionmalvinas.org/relatos-del-conflicto/617/actuacion-del-arma-de-comunicaciones-y-la-guerra-electronica-en-malvinas/

Sciaroni, Mariano, El último secreto de Malvinas: cómo la inteligencia argentina buscó información sobre el enemigo, Infobae del 31 de marzo de 2023.

Para leer más en el blog sobre Malvinas:  

La derrota inglesa de aquel 1º de mayo

Volando al ras del agua

¿Un espía argentino en Londres?

Las polémicas de un general inglés incompetente

El Zorro de las piedras y el frío

Una ciudad: Londres.

Una mujer cruzada por dos naciones.

Una guerra inesperada.

Un hombre misterioso.

Una historia de espías.

Un amor que no distingue banderas. 

En abril de 1982 nada parece ir bien en la vida de Gabrielle Sterling. La relación con su jefe ha terminado en una desilusión amorosa y su carrera en el servicio civil británico no avanza. Sin embargo, la vida la sorprende cuando un hombre misterioso le hace una propuesta peligrosa. De aceptar, deberá traicionar los principios en que ha sido educada, aunque también rescatará es parte olvidada que su madre le inculcó. 

Tironeada por dos banderas, deberá elegir un bando en un conflicto que día a día se muestra más próximo. En ese proceso, pondrá su propia vida en juego mientras se siente cada vez más atraída por ese hombre misterioso.

En tanto la guerra escala, intrigas, pasiones y acontecimientos imprevistos la llevarán donde nunca antes había pensado estar, mientras quienes la persiguen se hallan más cerca de descubrirla. 

En medio de esa incertidumbre, Gabrielle se sentirá más viva que nunca. Tal vez no esté traicionando a nadie, sino encontrándose, por primera vez, consigo misma.  

Por fmluzucom