A las pocas horas de una publicación en LA NACION de la preocupación que generaba la venta de imitaciones de termos de renombre, pero potencialmente tóxicos, la Policía de la Ciudad, junto con personal del Cuerpo de Investigaciones Judiciales (CIJ) del Ministerio Público Fiscal, de la Agencia Gubernamental de Control (AGC), y de Aduana secuestraron más de 2300 unidades potencialmente tóxicos para la salud que estaban a la venta en locales del barrio de Balvanera.

Ayer, este medio había informado que las dos empresas que dominan la venta de termos en el mercado argentino alertaban sobre una invasión de termos “truchos”, que son importados desde China e ingresan en forma ilegal en la Argentina, principalmente vía Bolivia. La fabricante nacional Lumilagro y la firma local Grupo Mendizábal -que tiene la licencia de Stanley para el mercado argentino- habían alertado sobre una masiva entrada de termos falsificados que son producidos en China y que no solo violan la ley de patentes de marcas -en su inmensa mayoría son Stanley falsificados- sino que también ponen en peligro la salud de los consumidores, ya que están fabricados con un acero que puede contaminar el líquido que conservan en su envase.

Los termos cuestan hasta un 80% más baratos y son réplicas muy bien logradas de los originales, pero con materiales tóxicos

Los termos pirateados que se están vendiendo en forma masiva en locales del barrio de Once y otras zonas del área metropolitana son fabricados en China con acero inoxidable -en el mejor de los casos- que no es material apto para el contacto con alimentos y bebidas. En la mayoría de los casos se trata de productos que se comercializan con la marca Stanley, que se convirtió en un ícono de consumo para muchos hogares argentinos, y la mejor forma de identificarlos es el precio. Un termo original de Stanley no baja de los $100.000, mientras que los truchos se pueden conseguir por $20.000 o $25.000.

Este mediodía, la Ciudad informó que los procedimientos fueron llevados adelante tras una investigación de la Unidad Fiscal Especializada en Materia Ambiental (Ufema), a cargo de Carlos Rolero Santurián, que derivó en una inspección integral en distintos locales dedicados a la venta de productos importados, ubicados en Pasteur al 200 y al 300, Larrea al 300, Bartolomé Mitre al 2200, Azcuénaga al 100 y al 300 y Junín al 400.

Estaban a la venta en locales ubicados en Pasteur al 200 y al 300, Larrea al 300, Bartolomé Mitre al 2200, Azcuénaga al 100 y al 300 y Junín al 400.

En el operativo se secuestraron más de 2300 termos y mates metálicos por un valor aproximado a los 38 millones de pesos y se imputaron a once personas, dueñas de los locales, por infracción a los artículos 201 y 289 del Código Penal Nacional.

La incautación se concretó luego de que se verificara que los termos eran potencialmente tóxicos y nocivos para la salud, principalmente por no ser aptos como contenedores de líquidos para consumo humano, debido a que no fueron fabricados con acero 304, tal como lo establecen las normativas vigentes. A su vez, los procedimientos permitieron verificar que los termos se encontraban en infracción, ya que no estaban realizados con el material autorizado por el Código Alimentario Argentino.

Los termos no serían aptos como contenedores de líquidos para consumo humano, debido a que no fueron fabricados con acero 304

Por su parte, el personal de Aduana indicó que los elementos no poseían la correspondiente documentación respaldatoria, como así tampoco el correspondiente timbre fiscal adosado a los mismos.

Ante estas circunstancias, el fiscal Rolero Santurián imputó a los responsables de los locales por venta de productos tóxicos para la salud (art. 201 y 289 del Código Penal, sin perjuicio de otros ilícitos que puedan surgir), y dispuso el secuestro de todos los termos en infracción. Asimismo, se dispuso la clausura del comercio ubicado sobre la calle Pasteur, por no reunir las condiciones requeridas por los organismos públicos.

Ilegales y tóxicos

“Como el níquel es costoso, los termos ilegales usan materia prima no adecuada, que tienen un valor en el mercado de unas diez a quince veces menos. Este acero ‘tóxico’ contiene materiales contaminantes en valores mayores a los permitidos, como plomo, cobre, arsénico y azufre, entre otros, que se transmiten por las altas temperaturas o por la acidez de los líquidos”, habían explicado en el grupo Mendizábal.

El circuito comercial de los productos fabricados en China es complejo. En la mayoría de los casos, la mercadería ingresa al continente a través de la zona franca de Iquique, en el norte de Chile. De ahí pasa a Bolivia y su destino final es el mercado argentino, aunque también hay partidas que terminan en el sur de Brasil, otra región con una alta penetración en el uso de termos y el consumo de mate.

Se dispuso la clausura del comercio ubicado sobre la calle Pasteur, por no reunir las condiciones requeridas por los organismos públicos

“Se da la paradoja de que el año pasado Bolivia importó casi 4 millones de unidades de termo de acero para una población de apenas 13 millones y en las que no se toma mate”, explicaron en Lumilagro. “Y el precio al que ingresa también es llamativo. Cada termo ingresa a un valor de 61 centavos de dólar”.

La elección de la Argentina como destino de los termos truchos no es casual. La Argentina, Uruguay y el sur del Brasil son los mercados que lideran el uso de este tipo de productos, con una penetración en los hogares desproporcionada con los promedios de otras regiones.

En la Argentina se venden más de 4 millones de termos a nivel anual y el mercado está liderada por Lumilagro, que controla cerca del 60% del mercado, mientras que los productos importados históricamente representaron un 30% del negocio y el otro 10% se distribuyó entre Peabody y otras marcas más chicas. En el sector siempre se jactaron de sobrellevar mejor las crisis que otros rubros, porque aun en tiempos de baja del consumo, la yerba y los termos soportan mejor las recesiones. 

“Cuando hay ‘malaria’, lamentablemente gente toma más mate para sobrellevar el hambre”, explican en el sector. Sin embargo, esta regla se terminó de caer con la crisis actual. “Nosotros históricamente estábamos vendiendo un promedio de 3,5 millones de termos al año y para este año no creo que lleguemos a los 1,5 millones. Y esta caída la atribuimos más al contrabando que a la recesión”, explican en Lumilagro, que es paradójicamente la marca más golpeada por la competencia de los Stanley truchos, ya que participan en una franja de precios más parecida: los Lumilagro de acero rondan los $50.000 contra los $100.000 del Stanley original y los $25.000 de la versión pirata.

Los Lumilagro de acero rondan los $50.000 contra los $100.000 del Stanley original y los $25.000 de la versión pirata.


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Por fmluzucom

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