Dos vocaciones cultivó y desplegó en su enriquecedora vida el profesor Enrique Antonio González, docente y periodista con más de cuatro décadas de trayectoria en LA NACION, fallecido a los 98 años, en vísperas de la celebración del Día del Periodista.

Se sintió siempre identificado con el diario de Mitre, donde condujo durante varios años la sección Educación y Cultura y el Archivo periodístico, a lo que sumó en su actuación docente su paso como rector del Colegio Nacional Mitre, el tradicional secundario de la calle Valentín Gómez, en el barrio de Once.

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Enrique González integró la Redacción del diario en tiempos muy distintos a los actuales, desde los años ‘50 hasta avanzada la década del ‘90, un período en el que también confluyeron significativos cambios en los procesos de producción periodística. Dejó una huella entre quienes crecieron profesionalmente junto a él, en jornadas de trabajo que transcurrían en un clima de rigor profesional, pero también de sobrada cordialidad.

Enrique González y José Claudio Escribano, en 1991

González –a quien todos reconocían como “Profe”- dejaba muestras agudas de su buen humor en momentos en que lo requerían la tensión y los apuros por el cierre, en tiempos en que los diarios entregaban sus productos a los lectores cada 24 horas.

Había nacido el 26 de febrero de 1926 y, luego de cursar la escuela primaria en la Capital Federal, se trasladó con su familia a San Luis, donde cursó el bachillerato en el Colegio Nacional Lafinur. En 1949 se graduó de profesor de química y mineralogía en la Facultad de Ciencias local. Radicado en Buenos Aires, cursó después el Doctorado en Química en la Facultad de Ciencias Exactas dela Universidad de Buenos Aires.

Valorado por sus colegas, tuvo a su cargo una cátedra de su especialidad en el Normal N° 9 Sarmiento, en la Escuela Nacional de Comercio N° 8 y en el Instituto Dámaso Centeno, hasta que en 1968 fue designado vicerrector del Colegio Nacional N° 5 Bartolomé Mitre, donde más tarde fue rector.

Había ingresado en LA NACION en los años ‘50 y dio sus primeros pasos en la sección Corrección. Al poco tiempo pasó como cronista en la redacción general, hasta que le fueron confiadas responsabilidades de jefatura en las áreas de Interior y Comunicaciones, un sector en el que también ejercía una misión docente. Allí ingresaban y se formaban bajo su ala muchos redactores que posteriormente pasarían a destacarse en otras secciones del diario.

González conjugaba en una combinación exacta la natural misión de dar órdenes al personal a su cargo con los momentos de distensión. se caracterizó por su capacidad para trabajar en equipo y fortalecer el resultado del trabajo con el aporte de todos.

A aquella sección de Comunicaciones llegaban las informaciones que disparaban minuto a minuto las agencias de noticias nacionales e internacionales y se armaban las pizarras que se exhibían en las sucursales de LA NACION –por ejemplo, en las vidrieras del edificio de la calle San Martín-, el equivalente a las novedades que hoy reciben los lectores en sus celulares.

En 1978 fue promovido a prosecretario de Redacción y en 1986 asumió la jefatura de Educación y Cultura, áreas que se desenvolvían en medio de la efervescencia de la recuperación de la democracia. El proceso de normalización de las universidades nacionales, la realización del II Congreso Pedagógico Nacional convocado por el presidente Raúl Alfonsín, con un fuerte debate con la Iglesia, la visita del papa Juan Pablo II a la Argentina y otros temas de intensos debates ocuparon las páginas de la sección a su cargo en ese período.  También reconocía el recorrido de las instituciones culturales arraigadas en nuestro medio.

Las sobremesas tras la jornada compartida hallaban siempre a Enrique González de buen humor y en los momentos de informalidad desplegaba su otra pasión: el fútbol, particularmente su debilidad por Boca Juniors. Lejos de rememorar tiempos pasados, se prendía en fuertes discusiones sobre la actualidad del equipo de la Ribera.

Años después, el diario le encomendó a Enrique González la conducción del Archivo, donde desplegó una tare encomiable, junto con un equipo calificado, para mantener actualizado y renovado un servicio vital para los periodistas.

Uno de sus hijos, Gustavo González, integró varios años la Redacción de LA NACION y realizó coberturas en la secciones Carreras y Deportes.

En varias ocasiones representó a la dirección de LA NACION en actos públicos y premiaciones, renovando la fidelidad que a lo largo de casi cinco décadas mantuvo con LA NACION.

Ya jubilado, disfrutaba de encuentros y conversaciones con colegas, siempre dispuesto a comentar las novedades periodísticas del momento, fiel a su inagotable vocación por la noticia y su capacidad para aportar nuevos enfoques.


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Por fmluzucom

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